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martes, 27 de diciembre de 2016

ADIÓS CHARLES CHAPLIN: LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO Y EL TALENTO EN LAS EMPRESAS

Vivimos una era privilegiada. Nunca en la historia de la humanidad hemos tenido acceso a tanto conocimiento así como a tantos medios para alcanzarlo. Nunca como hoy hemos tenido tantos recursos para innovar en las empresas y a la vez para comunicarnos y comunicarlo. Contrario a ello, muchas empresas y personas suelen indicar no tener el suficiente tiempo y capacidad para poder gestionar dicho conocimiento así como para descubrir y gestionar el talento de sus colaboradores lo cual se traduce en el cumplimiento de las labores pero no en sacar el mayor potencial de las personas.

Según diversos estudios, las máquinas y robots van a desplazar dentro de muy pocos años al 50% de la masa laboral. Si bien dicho reemplazo reduciría costos, tiempos y procesos dentro de las empresas hay algo que como seres humanos poseemos y que nunca podrá ser reemplazo por ninguna máquina ni robot, marcando con ello la diferencia entre las empresas: las relaciones humanas, el talento, el generar empatía y expresar nuestras emociones a través de nuestros sentidos, así como nuestra capacidad para innovar y crear. A diferencia de las máquinas que pierden vigencia, se deprecian y se reemplazan, el cerebro humano y sus neuronas no solo no se deprecian sino que mientras más se le estimule mayor vitalidad tendrá a pesar del paso de los años.

Para crecer, como empresa y como personas necesitamos estimular y gestionar esta parte creativa y humana, estimular la creatividad y la innovación de las personas, descubrir y/o redescubrir su talento y poner el foco en la empatía y en las relaciones humanas tanto de nuestros clientes internos como de los externos.

A diferencia del personaje de Charlie Chaplin en el bello film de los años 30: “Tiempos Modernos” el cual sufre serios problemas psicológicos al trabajar durante largas jornadas laborales  realizando las mismas acciones repetitivas durante años, ya no estamos en la era industrial, ni quiera estamos en la era del conocimiento pues esta ya se ha instaurado en nuestras vidas para no irse más. Estamos en la era de la gestión del conocimiento y el talento de las personas, en la era del cómo hago yo como persona y como empresa para seleccionar, gestionar y potenciar dicho conocimiento y talento para hacerlo relevante  tanto a la empresa como a la vida de cada persona.

Poseer títulos, maestrías o cursos de capacitación mide los conocimientos más no el talento de las personas. Tener experiencia para el puesto tampoco garantiza el que la persona sepa integrarse positivamente dentro de la empresa o compartir sus valores. El saber gestionar el conocimiento, el poseer habilidades sociales dentro y fuera al ámbito laboral, el apreciar la pasión con que la persona realiza su trabajo son tan o más importantes como la experiencia o los estudios académicos.

Raquel Roca, periodista española, tanto en su libro Knowmads como en sus artículos, entrevistas y conferencias suele decir algo muy cierto: "Hasta ahora los trabajadores hemos sido operarios. Las empresas buscaban rendimiento, funcionalidad… Se dejaba de lado la parte humana. Por fin llegamos a un momento en el que las nuevas tecnologías nos permiten tener al ser humano en el centro, por ejemplo flexibilizando los horarios a través del trabajo en virtual" y es cierto. Cada día es una realidad en nuestra sociedad que los “beneficios laborales” o “salariales” son y serán cada vez más insuficientes para retener el talento. Para aquellas personas cuya visión de las empresas y los negocios ya no están enmarcadas en la era industrial sino en la era de la gestión del conocimiento, el tener la libertad para crear e innovar, no disponer de un horario fijo (ni siquiera de un centro laboral o espacio físico fijo) y ser valorado en base a resultados y no en base a horas trabajadas ni tiempos será fundamental. Ya no necesitamos únicamente de salarios económicos sino necesitamos salarios emocionales, ya no necesitamos premios y/o castigos, necesitamos encontrar un sentido a lo que hacemos y que este tenga sentido y sea reconocido y valorado en las demás personas.


Aquellos nuevos trabajadores ya no se limitan en tiempo, son autodidactas, les encanta el conocimiento y no limitan ello a una sola área sino que la expanden, no tienen miedo a equivocarse y toman los errores como aprendizajes y como parte del crecimiento. Aquellas personas viven y se estimulan de las relaciones humanas y la libertad, no son celosos en ocular su conocimiento sino que lo comparten y retroalimentan: viven desde la abundancia.

lunes, 25 de julio de 2016

El nuevo liderazgo en las empresas y los modelos educativos tradicionales

Según un estudio realizado por London School of Economics y el Harvard Business School , los más altos ejecutivos pasan 18 a 55 horas semanales en reuniones de trabajo, es decir, casi una tercera parte de su tiempo laboral.

Según otros estudios los ejecutivos suelen pasar un 70% de su tiempo en reuniones, y de esas reuniones, el 50% podría evitarse o acortarse. Ello sin contar el tiempo que se pasan preparando informes. Todo esto lleva a que el tiempo que se dedica a gestionar el talento de su personal se reduce.

Muchas empresas suelen caer en el error del exceso de reuniones o de elaboración de informes que restan tiempo a lo que el mundo laboral del presente siglo demanda  cada vez con mayor urgencia: la gestión del talento.

Solemos venir de un modelo educativo que considera que mientras más tareas u horas de clase el alumno posea, mejores resultados obtendrá. Un modelo educativo no enfocado a los procesos sino a aquello que es medible, que castiga el error, estandariza y “alinea” el conocimiento y comportamiento de los alumnos  y  limita las áreas destinadas al juego, la creatividad, la empatía, la inteligencia emocional  y el desarrollo de lo que Howard Gardner llama “inteligencias múltiples”.  Un modelo centrado en “yo enseño, tú aprendes”, “yo en la pizarra, tú atento y en silencio”, “tú obedece y no preguntes”.  El resultado de ello es que tenemos uno de los modelos educativos más pobres de la región.

Consciente o inconscientemente muchas empresas suelen adoptar modelos parecidos y sus formas de liderazgo suelen imitar dichos modelos. El exceso de reuniones e informes imitan el exceso de clases y tareas de las aulas de clase y el control y el miedo al castigo reemplazan a la gestión del talento y los procesos y con ello las personas suelen acostumbrarse a “reaccionar” más no a ejercer liderazgo, creatividad, compromiso y autonomía dentro de las empresas.

Solemos caer en los mismos errores del modelo educativo tradicional y la mal llamada “falta de tiempo” para ejercer liderazgo y gestionar el talento suele apoderarse de las empresas.

El liderazgo del presente siglo no critica a las personas sino busca sacar lo mejor de ellas y busca a la vez que ellos alcancen su propio liderazgo a partir de definir sus propios objetivos, teniendo como aliado los objetivos y las herramientas propias de la empresa. No busca la competencia sino el trabajo en equipo y el crecimiento mutuo y continuo de cada integrante,  no llena de conocimiento a las personas ni les ordena, sino ayuda a que ellos descubran y gestionen sus propios conocimientos, fortalezcan sus talentos, estimulen sus iniciativas, aumenten su poder interior, su confianza y vayan detrás de sus objetivos.

El líder del presente siglo suele estar muy preocupado por el estado de ánimo, salario emocional y felicidad de sus dirigidos, les ayuda a ver que los problemas son a la vez excelentes oportunidades de aprendizaje y crecimiento, trata de enfocar sus pensamientos a los aspectos positivos y busca generar entornos creativos donde los errores son aprendizajes de crecimiento y donde lo fundamental  no está en  no equivocarse ni en no tener problemas sino tener bien claro los objetivos.


El líder del presente siglo no muestra una política de puertas abiertas a la espera de sus dirigidos, va,  conversa y se interesa por ellos, aprende junto a ellos y gran parte de su tiempo está dedicado en generar ambientes motivadores, agradables, estimulantes y apasionantes. Es un líder dentro de un equipo de líderes, el director de una orquesta llena de talentos.