martes, 26 de abril de 2016

La nueva educación


Un estudio realizado sobre las 100 personas más ricas del mundo reveló que un tercio de ellas no tiene título universitario. Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Michael Dell, Walt Disney, Roman Abramovich, Richard Branson, entre muchos otros, nunca tuvieron o terminaron sus estudios universitarios y sin embargo amasan millones de dólares cada año.
Solemos educar a nuestros hijos (nosotros hemos sido educados generalmente de la misma manera) en colegios cuyo sistema educativo se basa en una era ya extinguida: la era industrial.
Aquella era preparaba a las personas a ser simples trabajadores u obreros con un horario fijo determinado, horario de refrigerio, pago por horas trabajadas, uniforme y funciones repetitivas. No era necesario diferenciarse, entre miles de obreros tú eras uno más de ellos, lo importante estaba en la producción.
El sistema educativo de aquella era se encargó justamente de preparar a niños y jóvenes para aquel mundo laboral. Los preparaba para ser obreros y trabajadores y para ello, utilizaba el mismo sistema: uniforme para todos, hora de clases y hora para jugar diferenciadas, predominancia para los cursos de lengua y matemáticas (básicos en una era industrial donde saber leer y contar era lo más importante), separación de materias por horarios pre establecidos, abundancia de tareas para el hogar, 20 de nota para el mejor,  0 para el peor, carpetas alineadas para que todos los niños miren  en una única dirección, un profesor para cada curso y alumnos que simplemente copian, obedecen y escuchan.
¿Recuerdas estas palabras?: “Guarden todo que vamos a tomar examen y al primero que copia le pongo cero y lo castigo”. En una era del conocimiento donde todos podemos tener acceso con un solo click a infinidad de información ¿cómo y para qué pedirle a un niño que no copie?, ¿es más importante el no copiar a que el niño utilice dichas herramientas para investigar, analizar, comparar y responder en base a su opinión personal y no en base a lo que dice el libro?, ¿No es acaso más importante una educación en donde se valore la capacidad de análisis, opinión y el proceso del pensamiento a la capacidad de memoria y repetición?
Solemos educar al niño en base al callar y obedecer y le damos muy poca capacidad para que pueda armar su propio discurso y resolver por sí mismo los problemas cotidianos que lo aquejan.
Solemos enseñar memorísticamente materias que muy probablemente cuando el niño o joven concluya sus estudios ya serán obsoletos.
Solemos separar las materias como si dentro de un mismo tema no pudiéramos aprender multitud de materias (en un partido de fútbol internacional, por ejemplo, ¿no podemos aprender un poco de historia, un poco de geografía, un poco de aritmética, un poco de lenguaje, un poco de idiomas, un poco de inteligencia emocional, etc?).
Brindarle un aprendizaje desde el juego, la empatía, la curiosidad y las habilidades sociales. Un aprendizaje donde aprenda a conocer y gestionar sus emociones, saber gestionar sus miedos, utilizar sus recursos, valorar sus habilidades, estimular su curiosidad, apoyar su seguridad.
Las materias cambian, lo que hoy aprendimos en cinco años quizá ya habrá sido superado y resulte obsoleto y sin embargo las emociones y la empatía permanecen. En una era tan cambiante, si no se educa en base a estimular la creatividad, curiosidad, apasionamiento y seguridad en los jóvenes, seguiremos únicamente llenando el mercado laboral de trabajadores. Necesitamos llenarlo de líderes, creadores e innovadores.
Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Michael Dell, Walt Disney, Roman Abramovich, Richard Branson, entre otros, quizás no tuvieron el “cartón”, tan valorado en muchas empresas y personas, sin embargo tuvieron lo que una gran parte de la población educada bajo el modelo industrial no tuvo: la pasión, la capacidad de crear, de ser curioso, de atreverse,  de innovar, de no tener miedo a equivocarse, de emprender, de creer.
En LQ: Laboratorio de ideas, buscamos que las personas se alejen de aquel tradicional modelo y emprendan nuevos retos, tanto si se es emprendedor como si se permanece como colaborador. Estimulamos el talento, las habilidades sociales, la inteligencia emocional, la empatía.
Si te ha gustado este artículo compártelo y dale un click a la opción “seguir”, semanalmente estaré compartiendo nuevas informaciones u opiniones,  me encantará conocer tú opinión. Igualmente si deseas estar en contacto conmigo agrégame a tu red de amigos o envíame un mensaje. Estemos en contacto.

lunes, 11 de abril de 2016

¿Colaborador o trabajador?

Soy un cinéfilo empedernido y uno de mis films favoritos es aquella preciosa película de 1967 llamada Adivina quién viene a cenar esta noche y en especial aquella escena donde el Dr. John (representado por Sidney Poitier) discute agriamente con su padre quien lo califica de haberse vuelto loco al querer casarse siendo negro con una mujer blanca en una era donde ello estaba considerado un delito con pena de cárcel. De aquella discusión una de las frases que me llenaron el alma fue aquella pronunciada por Poitier: “El problema es que tú toda la vida has actuado sintiéndote un hombre de color mientras yo toda la vida he actuado sintiéndome únicamente un hombre”.
Hasta hace un tiempo era inimaginable no llamar “trabajadores” a las personas que laboraban dentro de nuestra organización. La era industrial se había instaurado durante varias décadas y en ella, tal como en una de las primeras imágenes cinematográficas (Obreros saliendo de la fábrica), se contrataba obreros y trabajadores a los cuales se les pagaba por horas trabajadas y los cuales realizaban actos rutinarios y repetitivos con horario de entrada, salida y refrigerio homogéneo y con uniforme (entiéndase bien aquella palabra “uniforme”) para todos. Diferenciar uno de otro no era lo importante, lo importante era la producción en serie: más llamadas, más horas trabajadas o más productos elaborados significaban el progreso de toda empresa. Si se iba un “trabajador” no importaba, se reemplazaba inmediatamente por otro y la producción en serie continuaba.
En una era tan competitiva como la actual, con un mercado tan cambiante en donde el consumidor ha tomado el poder y en donde cobra un papel fundamental el tener habilidades sociales, inteligencia emocional y el saber gestionar tus talentos y conocimientos, ser únicamente un “trabajador” o considerarlo o considerarte como tal, dejar de ser una fortaleza para convertirse en una debilidad.
Los tiempos actuales no requieren  trabajadores sino colaboradores, personas a los cuales no se les contrata a cambio de un jornal o por horas trabajadas sino que por el contrario, deciden por mutuo acuerdo poner sus talentos al servicio de una organización a cambio no solo de un salario económico y/o emocional sino a cambio de tener un espacio donde puedan desarrollarse, crear, innovar, ser reconocidos y estimulados y a la vez tener tiempo y espacios para poder disfrutar de su vida personal o familiar. No se trabaja por horas se trabaja por resultados.  Esta sociedad durará hasta que una de las partes o ambas partes lo decidan.
A muchas empresas y organizaciones les cuesta trabajo poder reprogramarse y re inventarse para poder enfocar el trabajo a partir de considerar a las personas que laboran dentro de ella “colaboradores” y  no “trabajadores”. A muchas personas les cuesta quitarse el rótulo de "trabajador", para desempeñarse como "colaborador", limitando o auto limitándose en su crecimiento y continuo aprendizaje, anulando su capacidad para el liderazgo, innovación, creatividad y disfrute y manteniéndose únicamente dentro de un espacio de cumplimiento y  alineamiento. Algunas empresas sí han llevado a cabo este re inventarse y sin embargo muchos de sus "colaboradores" siguen dirigiendo y dirigiéndose bajo el esquema anterior. Generar espacios donde estos colaboradores puedan desarrollar su talento, innovar, crear y estar comprometidos con la empresa, su familia, su persona y sus mutuos objetivos  y a la vez colaborar en dicho cambio de enfoque,  genera mayor compromiso, empatía y finalmente... mejores resultados.
En LQ Consultores buscamos justamente estimular el cambio, dejar de ser únicamente actores para llegar a ser protagonistas, utilizando nuestros propios recursos para, en unión a otros recursos  y talentos y en un permanente aprendizaje, llegar al cumplimento de objetivos y conseguir mejores resultados.