lunes, 25 de julio de 2016

El nuevo liderazgo en las empresas y los modelos educativos tradicionales

Según un estudio realizado por London School of Economics y el Harvard Business School , los más altos ejecutivos pasan 18 a 55 horas semanales en reuniones de trabajo, es decir, casi una tercera parte de su tiempo laboral.

Según otros estudios los ejecutivos suelen pasar un 70% de su tiempo en reuniones, y de esas reuniones, el 50% podría evitarse o acortarse. Ello sin contar el tiempo que se pasan preparando informes. Todo esto lleva a que el tiempo que se dedica a gestionar el talento de su personal se reduce.

Muchas empresas suelen caer en el error del exceso de reuniones o de elaboración de informes que restan tiempo a lo que el mundo laboral del presente siglo demanda  cada vez con mayor urgencia: la gestión del talento.

Solemos venir de un modelo educativo que considera que mientras más tareas u horas de clase el alumno posea, mejores resultados obtendrá. Un modelo educativo no enfocado a los procesos sino a aquello que es medible, que castiga el error, estandariza y “alinea” el conocimiento y comportamiento de los alumnos  y  limita las áreas destinadas al juego, la creatividad, la empatía, la inteligencia emocional  y el desarrollo de lo que Howard Gardner llama “inteligencias múltiples”.  Un modelo centrado en “yo enseño, tú aprendes”, “yo en la pizarra, tú atento y en silencio”, “tú obedece y no preguntes”.  El resultado de ello es que tenemos uno de los modelos educativos más pobres de la región.

Consciente o inconscientemente muchas empresas suelen adoptar modelos parecidos y sus formas de liderazgo suelen imitar dichos modelos. El exceso de reuniones e informes imitan el exceso de clases y tareas de las aulas de clase y el control y el miedo al castigo reemplazan a la gestión del talento y los procesos y con ello las personas suelen acostumbrarse a “reaccionar” más no a ejercer liderazgo, creatividad, compromiso y autonomía dentro de las empresas.

Solemos caer en los mismos errores del modelo educativo tradicional y la mal llamada “falta de tiempo” para ejercer liderazgo y gestionar el talento suele apoderarse de las empresas.

El liderazgo del presente siglo no critica a las personas sino busca sacar lo mejor de ellas y busca a la vez que ellos alcancen su propio liderazgo a partir de definir sus propios objetivos, teniendo como aliado los objetivos y las herramientas propias de la empresa. No busca la competencia sino el trabajo en equipo y el crecimiento mutuo y continuo de cada integrante,  no llena de conocimiento a las personas ni les ordena, sino ayuda a que ellos descubran y gestionen sus propios conocimientos, fortalezcan sus talentos, estimulen sus iniciativas, aumenten su poder interior, su confianza y vayan detrás de sus objetivos.

El líder del presente siglo suele estar muy preocupado por el estado de ánimo, salario emocional y felicidad de sus dirigidos, les ayuda a ver que los problemas son a la vez excelentes oportunidades de aprendizaje y crecimiento, trata de enfocar sus pensamientos a los aspectos positivos y busca generar entornos creativos donde los errores son aprendizajes de crecimiento y donde lo fundamental  no está en  no equivocarse ni en no tener problemas sino tener bien claro los objetivos.


El líder del presente siglo no muestra una política de puertas abiertas a la espera de sus dirigidos, va,  conversa y se interesa por ellos, aprende junto a ellos y gran parte de su tiempo está dedicado en generar ambientes motivadores, agradables, estimulantes y apasionantes. Es un líder dentro de un equipo de líderes, el director de una orquesta llena de talentos.