lunes, 11 de abril de 2016

¿Colaborador o trabajador?

Soy un cinéfilo empedernido y uno de mis films favoritos es aquella preciosa película de 1967 llamada Adivina quién viene a cenar esta noche y en especial aquella escena donde el Dr. John (representado por Sidney Poitier) discute agriamente con su padre quien lo califica de haberse vuelto loco al querer casarse siendo negro con una mujer blanca en una era donde ello estaba considerado un delito con pena de cárcel. De aquella discusión una de las frases que me llenaron el alma fue aquella pronunciada por Poitier: “El problema es que tú toda la vida has actuado sintiéndote un hombre de color mientras yo toda la vida he actuado sintiéndome únicamente un hombre”.
Hasta hace un tiempo era inimaginable no llamar “trabajadores” a las personas que laboraban dentro de nuestra organización. La era industrial se había instaurado durante varias décadas y en ella, tal como en una de las primeras imágenes cinematográficas (Obreros saliendo de la fábrica), se contrataba obreros y trabajadores a los cuales se les pagaba por horas trabajadas y los cuales realizaban actos rutinarios y repetitivos con horario de entrada, salida y refrigerio homogéneo y con uniforme (entiéndase bien aquella palabra “uniforme”) para todos. Diferenciar uno de otro no era lo importante, lo importante era la producción en serie: más llamadas, más horas trabajadas o más productos elaborados significaban el progreso de toda empresa. Si se iba un “trabajador” no importaba, se reemplazaba inmediatamente por otro y la producción en serie continuaba.
En una era tan competitiva como la actual, con un mercado tan cambiante en donde el consumidor ha tomado el poder y en donde cobra un papel fundamental el tener habilidades sociales, inteligencia emocional y el saber gestionar tus talentos y conocimientos, ser únicamente un “trabajador” o considerarlo o considerarte como tal, dejar de ser una fortaleza para convertirse en una debilidad.
Los tiempos actuales no requieren  trabajadores sino colaboradores, personas a los cuales no se les contrata a cambio de un jornal o por horas trabajadas sino que por el contrario, deciden por mutuo acuerdo poner sus talentos al servicio de una organización a cambio no solo de un salario económico y/o emocional sino a cambio de tener un espacio donde puedan desarrollarse, crear, innovar, ser reconocidos y estimulados y a la vez tener tiempo y espacios para poder disfrutar de su vida personal o familiar. No se trabaja por horas se trabaja por resultados.  Esta sociedad durará hasta que una de las partes o ambas partes lo decidan.
A muchas empresas y organizaciones les cuesta trabajo poder reprogramarse y re inventarse para poder enfocar el trabajo a partir de considerar a las personas que laboran dentro de ella “colaboradores” y  no “trabajadores”. A muchas personas les cuesta quitarse el rótulo de "trabajador", para desempeñarse como "colaborador", limitando o auto limitándose en su crecimiento y continuo aprendizaje, anulando su capacidad para el liderazgo, innovación, creatividad y disfrute y manteniéndose únicamente dentro de un espacio de cumplimiento y  alineamiento. Algunas empresas sí han llevado a cabo este re inventarse y sin embargo muchos de sus "colaboradores" siguen dirigiendo y dirigiéndose bajo el esquema anterior. Generar espacios donde estos colaboradores puedan desarrollar su talento, innovar, crear y estar comprometidos con la empresa, su familia, su persona y sus mutuos objetivos  y a la vez colaborar en dicho cambio de enfoque,  genera mayor compromiso, empatía y finalmente... mejores resultados.
En LQ Consultores buscamos justamente estimular el cambio, dejar de ser únicamente actores para llegar a ser protagonistas, utilizando nuestros propios recursos para, en unión a otros recursos  y talentos y en un permanente aprendizaje, llegar al cumplimento de objetivos y conseguir mejores resultados.

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